viernes, 9 de octubre de 2009

Obama Premio Nobel de la Paz

Un galardón de la categoría del Premio Nobel debería ofrecernos ciertas garantías. Como por ejemplo, la garantía de que se trata de un premio bien meditado, analizado por una comisión de expertos en la matería que valoren realmente quién y por qué merece el reconocimiento. Nada del otro mundo, sólo pedir que se premie un esfuerzo, un trabajo, el mejor del año en la categoría de que se trate, ya sea literatura, medicina o cualquier otra disciplina. Es lo mismo que se espera de las opisiciones, sólo se compensa al mejor de entre todos los valientes que lograron resistir a las tentaciones "humanas", y encerrarse durante meses e infinitas horas a estudiar, a prepararse desafiando multitud de enemigos, como las prisas de última hora, los nervios, las noches insomnes, la invitación de los amigos para ir a tomar unas cañas cuando sabes que luego esas cañas se prolongarán más allá de lo permitido. Se supone que obtener la plaza es el gran premio. Pues lo mismo debería ocurrir con el Premio Nobel. No es por quitarle méritos al presidente Obama, no es por dudar de su lucha por conseguir el más amplio consenso y através de él alcanzar la paz mundial. Ni siquiera es porque dudemos ya, tan pronto, de si podrá o no cumplir con sus promesas electorales. Pero eso mismo, creo que es demasiado "pronto". Hablamos de futuro, de una hipótesis, y aunque valen las intenciones, su elección para el Nobel parece tan previsible. Lo mismo estoy exagerando, o tal vez es que este año no había candidato mejor. Quiero creer que los señores del Nobel buscan ser justos y no en cambio preocuparse por agradar al pueblo dándole simplemente lo que "era de esperar". Y que conste que no me posiciono "anti Obama", sólo que los galardones que resultan tan evidentes...no me dan buena espina, porque al final es cierto, las previsiones casi nunca fallan. Salvo cuando palpábamos que con nuestra "Rosa de España" íbamos a ganar Eurovisión.

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