La iniciativa de Carrefour de eliminar las bolsas de plástico se ha ganado adeptos y a las vez enemigos. En su campaña, que se vió obligada a retirar, proclamaba a bombo y platillo su enfervecedora voluntad de proteger el medioambiente. Sin embargo, no son pocos quienes ven en tal decisión, una oportunidad más de hacer negocio.
Ayer mismo acompañé a una familia a realizar sus compras a un centro Carrefour de Sevilla. La compra para 15 días nada menos. Y la verdad, cierto es que al comienzo todo es un poco caótico, pero los primeros problemas no tardaron en llegar, nada más acercarnos a caja. La familia llevaba un vale para 3 bolsas reutilizables. Cogió 3 bolsas y las colocó en la cinta transportadora, nada más verlas, la cajera preguntó: "¿Estas bolsas se las tengo que cobrar,no?" Primer lío. Esta vez llevaban el vale de descuento por las bolsas, pero, ¿Y cuando ya sean usadas? En la puerta, al entrar, nadie colocó ningún sello ni señal alguna a la bolsa que desde el principio llevábamos. ¿Consejo? Si van a llevar su bolsa reutilizable Carrefour, háganle una señal, como cuando íbamos al cole y nuestras madres cosían una letrita a nuestros babys.
Luego le toca el turno al pescado. A la chica de caja le faltó tiempo, cada vez que encontró un envoltorio de producto de pescadería para tomar una bolsa de las "biodegradables" y meterlo dentro, bolsa biodegradable que por cierto cuesta 30 céntimos (cada una). Aquí no le preguntan a nadie, es automático. 3 bolsas = 90 céntimos. Por un mísero envoltorio.
Por otra parte, dicen en su propaganda que las bolsas reutilizables (esas que cuestan más de 50 céntimos) ocupan poco espacio. No es tan reducido el espacio.
En el informativo, cuando anuncié la noticia de que Carrefour dejaba de repartir bolsas de plástico, en las fuentes nos llegó que, en su lugar, durante un tiempo, hasta diciembre, ofrecerían bolsas biodegradables de modo gratuito a sus clientes. Sin embargo...
Supongo que es cuestión de acostumbrarse. La iniciativa puede estar bien para quien realice pequeñas compras, pero si se trata de una compra grande, la broma te puede salir por un ojo de la cara.
Está muy bien mirar por el medioambiente, el objetivo nos parece de lo más loable, pero los medios no parecen ser los más adecuados. Muchos ya han hecho público su descontento, anuncian que dejarán de ir a Carrefour. Y este amor medioambiental viniendo de una multinacional no deja de causar risa.
Plástico en la carnicería, en la pescadería, en la verdulería y frutería, en la charcutería, plástico en el 99 por ciento de los estantes, en los dulces al peso también persisten las bolsas de plástico.
Seguro que existen alternativas, podrían repartir bolsas de papel, como en otros países, o de cualquier modo biodegradables, pero gratuitamente, o a un precio módico, no nos engañemos, casi todos los hipermercados nos cobran la bolsa de plástico, pero ocurre que de 3 céntimos que es el coste en centros como Lidl a 30 céntimos o 60 que son en Carrefour, hay mucha tela.
¿Ecología o negocio? ¿Tú cómo lo ves? ¿Estás dispuesto a pagar más en favor del medioambiente? ¿Crees que este es el modo más adecuado?
Fuente imagen: http://alareiramaxica.blogspot.com/
Hoy se me ha venido a la cabeza una idea disparatada. Ya que masticar chicle es el recurso que utilizan muchas personas que están a dieta para matar temporralmente el hambre, ¿Por qué no inventarán un chicle con sabor a alimentos salados? Lentejas con chorizo, tortilla de patatas, jamón ibérico, cocido madrileño... Las posibilidades que se nos ocurren serían tantas... Total que, como a estas alturas es extraño que quede algo que aún no se haya inventado, me he puesto a investigar, y he encontrado lo siguiente: Chicles con sabor a albóndigas. Ya me parecía a mí que no podía ser que a nadie se le hubiese ocurrido la idea.
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