miércoles, 17 de agosto de 2011

Jornadas Mundiales de la Juventud en tiempos de crisis


No defenderé a la Iglesia pero sí a los católicos. Y sé que con este lema por bandera voy a ganarme más de un enemigo, tal vez más de cinco mil, que dicen que es la cifra que ha cubierto la plaza del Sol a gritos de "España es un país laico". Supongo que tal concepto de laicismo lo han sacado de la Constitución, ese texto cuyos artículos han sabido sabiamente seleccionar los vociferantes y al que únicamente les resulta interesante acudir cuando se presenta la ocasión de juerga reivindicativa.






En mi opinión, andan equivocados tanto laicos como católicos y voy a explicar por qué. Los católicos al final de sus días no van a ir necesariamente a un paraíso, pero rozan el cielo en vida bajo la confianza de que una fuerza esta ahí apoyándote y cuidándote en las crueldades del camino. Dicha creencia les úne física y espiritualmente lo cual, comprobado por científicos, es positivo. Llamémosle esperanza, Dios, o el Yo Mismo. Los que se mueven al compás de "laico" esa oportunidad de rozar el cielo en tierra y que les dure más de dos minutos la han perdido.

La Iglesia se equivoca en muchos aspectos sí. ¿O acaso no lo hace? Prohibir el uso del preservativo y condenar el aborto en pleno siglo XXI nos parece un grave error. Pero es que en este milenio inaugurado de radical anticlericalismo, no hay que tener demasiada imaginación para saber que, de aceptarlos la Iglesia, el mismo anuncio sería transformado en una bomba arrojadiza contra la curia misma. Aceptar el condón y el aborto sería interpretado como vía libre para lanzarse al desenfreno, y el sexo es bueno, tan bueno que jamás podría llegar a merecer el calificativo de pecado, pero de las acciones hay que medir sus consecuencias y las decisiones entenderlas en su contexto. Y no podemos hablar de física cuántica a un niño de 3 años como tampoco esperar que sepan reflexionar quienes han sido criados entre ideas intolerantes o liberales bajo el disfraz de tolerancia y estado democrático. Tampoco olvidemos que el Papa es un señor de 80 años.







Me contaba un amigo en cierta ocasión que la gente criticaba a la Iglesia porque tiene joyas y otras piezas de oro. "Pero si es que los feligreses se lo dan para que lo lleven puesto las imágenes-, me decía. Qué querrán que hagan los curas si la gente se lo entrega para acompañar al santo, no pueden coger el oro y fundirlo, no es suyo, es de los feligreses que lo quieren así". En este sentido cierto que los creyentes se equivocan, pero no es menos verdad que mi amigo llevaba más razón que un santo.







Del mismo modo reflexiono,_porque, contrariamente a lo que se piensa,reflexionar no es malo-, si tal vez, sólo tal vez, ese gasto público que la Comunidad de Madrid ha decidido invertir en servicio de seguridad no habrá sido motivado precisamente por la más que previsible amenaza de escándalo público que planificaban llevar a cabo los indignados laicos. Otros líderes religiosos han visitado el país y pocas veces se armó tanto revuelo como ahora la visita de Benedicto XVI, e incluso creo recordar si la memoria no me falla, que un humilde y austero Dalai Lama pasó su estancia a todo tren en uno de los mejores hoteles. También hubo que invertir dinero en las Jornadas del Orgullo Gay, sólo por un ejemplo.







Otra de las críticas a la Jornada Mundial de la Juventud y a la visita del Sumo Pontífice, es que este evento no va a generar ingresos. Respecto a esto creo que son precisas tres puntualizaciones. La primera es que los españoles siempre hemos sido muy hospitalarios y no vamos a cambiarlo a la vejez. La segunda es que, como deducirán fácilmente los laicos conociendo de ese ingenuo fanatismo en el que viven inmersos los católicos, es del todo creíble que no les habrá dolido rascarse el bolsillo para facilitar donativos y solidaridad en vistas a un acto de su Jefe, esta vez en forma de alojamiento y bocadillos. La tercera respuesta es aún más accesible y lo es con la guía del sentido común y es que, desde cuándo un turista y en España no gasta dinero. Y encima adolescentes.

La Iglesia ha cometido muchos errores, sí. Como lo hacen aquéllos que orientan su vida con los oídos del corazón cerrados al amparo de creerse poseedores de una verdad absoluta. Pero el fin de todo hombre desde tiempos remotos siempre ha sido perseguir la felicidad, y hay algunos hombres que todavía hoy en día tienen agallas suficientes para lanzarse a su conquista, y claro en la mayoría de las ocasiones, este coraje levanta mucha envidia.


Acusamos a la Iglesia de intolerantes, entonces no sigamos su ejemplo. Recuperemos un poco de ese valor tan escaso hoy día. Respeto, para los cristianos y para los católicos, que no es respeto a la Iglesia. Por favor, que sólamente son chiquillos, dejémosles estar en paz.

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